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martes, 8 de octubre de 2013

Violación como panacea!

Los países y organismos internacionales, no pueden gestionar ninguna ayuda a favor del pueblo haitiano violando los derechos humanos y las leyes constitucionales de la República Dominicana.
El papel de victima haitiano exhibido en las cortes internacionales y dentro del territorio dominicano, sólo busca arrebatarnos nuestros propios derechos, nuestra dignidad, nuestra gallardía y mancillar la hospitalidad, la alegría y la dignidad de los dominicanos.
Nos colocan en la posición de victimarios, cuando en realidad son los haitianos los que desde principios del siglo XX nos vienen injuriando, vejando internacionalmente, destruyendo nuestra economía, destruyendo nuestra salud, destruyendo nuestros bosques y reservas acuíferas, desdibujando nuestras costumbres, nuestra esencia, desplazando nuestros valores culturales y vienen carcomiendo nuestra independencia.
Desde el año 2002, el daño se ha ido agravando para los dominicanos gracias a la presión y la injerencia de la Fundación Clinton y la Fundación Kennedy que buscan, como solución divina para el problema haitiano, su fusión con el pueblo dominicano. Estas entidades promueven e invierten muchísimo dinero para que este proyecto llegue a su culminación final antes del 2020.
Las 300 ONGs en territorio dominicano al servicio de ese caballo de Troya, hacen todos los esfuerzos debidos para movilizarlos cada vez más, en tierra dominicana sin que el pueblo dominicano advierta las funestas consecuencias que esto traerá.
Hacen falta políticos de convicción, de integridad, de sentimientos patrióticos y desapegados a sus intereses personales por la consolidación de su poder político y monetario. Los gobiernos que hasta la fecha nos han gobernado han consentido que se agrave el problema de la migración haitiana por falta de una política de acción. A este mal se le suma uno más, que a mi entender es tal vez el más importante de todos, la falta de intelectuales responsables comprometidos con su país.
El rol del intelectual a través de la historia ha sido el de influir desde fuera del poder político en el sentir de la sociedad, en la vida laboral y en los ámbitos de poder político y burocrático. La voz de la clase intelectual tiene un peso real dentro del complejo sistema de poderes que determina el curso de un país.
Hoy más que nunca la patria pide a voces, cerebros independientes capaces de analizar sabiamente, de desligarse de sus compromisos partidistas, con el único y legítimo propósito de sobre guardar la independencia de la patria. Desde el génesis gestor de nuestra independencia, intelectuales de gallardía sumaron sus voces y rubricaron con sangre y fe, su compromiso con la nación, ante el llamado de Juan Pablo Duarte.
Para la gesta emancipadora nacional, Juan Pablo Duarte se hizo acompañar de ilustres ciudadanos cuya intelectualidad era parte de los requisitos a tener. El primer nombre a mencionar entre los escritores independentistas es el de Félix María Del Monte, quien desde muy joven estuvo ligado a la Trinitaria y a la Filantrópica. Sus escritos, en su gran mayoría, son de carácter patriótico como lo son Duvergé, Las Vírgenes de Galindo, así como innumerables escritos periodísticos publicados en el Listín Diario y en los semanarios El Dominicano y El Provenir. Otros notables escritores de ese período los son Manuel María Valencia, los hermanos Javier,  Alejandro Angulo Guridi y Nicolás Ureña de Mendoza.
El momento que nos ocupa, es un momento aritmético por necesidad. Donde el pueblo requiere con carácter vital sumar a todos los dominicanos que aman y desean mantener la soberanía de nuestro país, no importa sus banderías políticas. Y en el mismo orden de necesidad, se debe identificar y restar a todos aquellos dominicanos que han comprometido hasta su alma, para obligar a su propio pueblo asumir las responsabilidades y las consecuencias futuras, que conllevaría la asimilación, de un pueblo ajeno como el haitiano, para convivir dentro de nuestro territorio.
Nuestro pueblo es un pueblo pobre, que lucha por alcanzar su independencia económica. Nuestro pueblo requiere que nuestras Secretarías se aboquen en la implementación de planes, que verdaderamente, estén dirigidos a ayudar a nuestros desempleados, a nuestros enfermos y parturientas, a la educación de nuestros hijos, a la seguridad social, a la conservación de nuestra biodiversidad, al campesinado dominicano, a la conservación de nuestra cultura, nuestros principios y valores, así como un plan por rescatar el orgullo patrio.Requerimos se refuercen las fronteras políticas y territorial de nuestro país. La supresión de los estamentos policiales actuales, para dar paso a uno nuevo,sin vicios en el ejercicio de la ley. Requerimos de una política que vaya primero en favor del pueblo dominicano. Requerimos que las ONGs sean reguladas y que las mismas cumplan sus proyectos, dentro de nuestro territorio, por y para los dominicanos. Todos los organismos internacionales con sede en nuestro país, deben asumir su compromiso con nosotros, en igualdad de derechos como lo hacen con los demás países.
Nuestro país no puede ni podrá desarrollarse importando pobrezas, enfermedades, creencias, cultura y costumbres adversas a las nuestras. No podemos y no debemos ocuparnos de los problemas del pueblo haitiano, abandonando nuestros propios problemas y dejando a la suerte a nuestro pueblo. 
Esto no es un asunto de prejuicios, esto es un asunto de patriotismo. Haitianizar nuestro país es la más vil y perversa proposición, que sólo busca la solución del problema haitiano con la disolución territorial, cultural y de la identidad del pueblo dominicano.
Desde el 1844, nuestro país es libre y soberano, posee un territorio, una bandera, un himno, una cultura, un idioma, es un pueblo cristiano. El dominicano es progresista, luchador, familiar, hospitalario en gran medida y agradecido. Es un pueblo que ha demostrado a través del tiempo, su preocupación por la conservación de su medio ambiente y sus luchas han alcanzado la victoria. El caso más reciente es la declaración de Loma Miranda como parque nacional.
En cambio, el pueblo haitiano, ha demostrado ser incapaz de organizarse, de ponerse de acuerdo entre ellos mismos. No tienen el componente básico para la cohexistestencia de ellos, no tienen objetividad. Viven un primitivismo religioso, social y cultural, que les imposibilita liberarse de esa esclavitud mental y de los resentimientos históricos.
Su país ha perdido gracias a sus prácticas de tala y de quema de los suelos, una alarmante proporción de su capa vegetal. Así mismo la flora marina se ha visto afectada grandemente por la práctica de pesca por envenenamiento de las aguas y sus costumbres de defecar y verter basura en ríos, lagos y afluentes han contaminado también sus aguas dulces, siendo esto uno de los mayores problemas que enfrenta el vecino país. El agua potable que se consume en Haití es proveniente de la República Dominicana.
Es un pueblo donde todavía se hace uso de la práctica más monstruosa y que atenta contra el núcleo primario de la sociedad como lo es la familia. En la gran mayoría de su población, el padre se toma el derecho de ser el primero en tener relaciones con la esposa del hijo. Por eso, cuando la joven sale embarazada, el esposo no sabe si la criatura es suya o de su propio padre. Por eso Haití posee la taza más alta de niños huérfanos con padres vivos. Rompiendo el núcleo familiar y violando la integridad de la familia.
El vudú es la religión más fuerte que se contrapone al cristianismo porque es una religión que celebra la muerte. El vudú no perdona, en cambio sanciona y te hacen zombies porque hay que "vaciar tu alma."
Esta situación de colapso de la nación haitiana, pone en evidencia una sociedad moribunda, incapaz de transformar y evolucionar el pensamiento y la voluntad de su pueblo. Del mismo modo que van muriendo sus suelos y fuentes hidrográficas, así mismo van muriendo como nación. La solución del problema de Haití, no descansa en República Dominicana. 
Este es un problema que se escapa de la mano de cualquier país pobre como el nuestro, requiere de la ayuda internacional de países que en auxilio de ellos les ayuden a organizarse, a educar y crear consciencia en el pueblo, a enseñarles a abrir sus mentes al progreso y cómo encausar sus proyectos de nación de manera sostenibles. Ellos merecen permanecer y evolucionar como nación y en esa transformación positiva, conservar su integridad, su cultura, su idioma y su esencia haitiana.
A los embajadores y diplomáticos extranjeros en nuestro país, que apoyan esta violación le preguntamos: que más esperan ustedes que hagamos los dominicanos por ayudar a Haití, cuando no estamos en capacidad económica ni de enfrentar nuestros propios problemas? En qué se beneficia nuestro país, acogiendo a millones de indocumentados haitianos, que nos desplazan de nuestros trabajos; ocupan y sobrepasan la capacidad de asistencias en nuestros hospitales; sus hijos sobrepasan el cupo de nuestras escuelas públicas, dejando a miles de niños dominicanos sin el pan de la enseñanza?
La proliferación de enfermedades de transmisión sexual, tuberculosis y cólera que se reportan en ciudadanos haitianos en nuestro país, ponen en riesgo nuestra población en las zonas y barriadas más pobres. De manera silente toman nuestro territorio en violación de nuestras leyes migratorias, de trabajo, de salud, medioambientales y agreden nuestra economía con el incumplimiento del pago de los impuestos, nos están desplazando en nuestro propio territorio, nos desplazan de nuestros trabajos, están desplazando la cultura dominicana y con todos estos atropellos hacia nuestro pueblo, la ONU nos está privando de nuestros derechos humanos y además, entidades fornáneas nos acusan en las cortes internacionales con el único fin de "ayudar a Haití" destruyendo la República Dominicana.
Lo único que define nuestra soberanía y nuestros derechos como nación es nuestro pueblo. En él descansa la patria y nuestra capacidad de lucha en esta batalla. Esta lucha que se inicia ha de ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo dominicano.
Sepan todos que donde haya un dominicano de verdad, estará enarbolada la bandera nacional, en su corazón latirá el amor a la patria y su mano levantará nuestra Constitución. Y de no ser así, que Dios y la historia nos juzguen. Viva la Patria de Duarte.  Dios, Patria y Libertad República Dominicana!

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