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domingo, 28 de abril de 2013


Dar ‘pelas’ no es disciplinar
Rosi Mejía
Rafaela Burgos, psicóloga clínica y directora del Centro para el Desarrollo y la Interacción Constructiva (Cedic), define el castigo físico como “cualquier tipo de estrategia o acción de los adultos que afectan físicamente a los niños como parte del sistema de corrección, es decir, las pelas, los golpes, los empujones y las sanciones físicas severas” .
Dice que la mayoría de los padres ha aprendido que castigar físicamente es una forma válida para corregir y realmente no lo es .
Considera que es un aprendizaje negativo que tienen los adultos porque así fueron corregidos por sus padres .
Afirma que en nuestro país la pela es algo normal, debido a que muchas personas la consideran un método idóneo que se debe utilizar cuando un niño no obedece o viola una regla, lo cual no es disciplina .
Burgos expresa que existe una diferencia entre disciplinar y maltratar. Cualquier daño físico por leve que sea “un pellizco, el halarle la oreja, pegar con correa o barita” también es abuso, porque se trata de que un adulto con más fuerza, poder y autoridad está ejerciendo violencia sobre un niño que está subordinado y no puede defenderse .
Según la psicóloga, esas prácticas no sólo producen daños en lo físico, sino también en lo emocional, “porque un niño que recibe constantemente correazos, que lo exponen al sol por largas horas arrodillado en un guayo y recibe golpes por la cabeza u otra parte del cuerpo cada vez que comete un error, siente que merece ser víctima de violencia, perjudicando su autoestima de manera considerable” .
Consecuencias 
El niño maltrato tiene la sensación de no ser bueno, no se siente querido ni importante, se considera incapaz e inadecuado, esos sentimientos afectan su valoración propia y el ánimo para lograr sus metas, por lo que terminan desarrollando una actitud agresiva, rebelde, de confrontación con la figura de autoridad como una forma de defensa .

El castigo físico también afecta las relaciones sociales del niño abusado, debido a que desconfía de otras personas y figuras de autoridad, porque para ellos los adultos representan figuras que maltratan, por lo que puede ser demasiado agresivo en el contexto social, generando rechazo de los compañeros o puede ser demasiado pasivo aceptando cualquier cosa y dejándose maltratar .
Vulnerabilidad
También suelen ser más vulnerables a otros tipos de abusos, como son el “bullying” en la escuela, el acoso sexual y el “grooming” .

Cuando un niño recibe maltrato físico o psicológico es una presa fácil para agresores sexuales fuera de la familia, porque está acostumbrado a obedecer y a que los adultos hagan lo que les parezca con él, y no se atreve a hablar de esto en casa por la relación de violencia que existe con los padres .
La terapeuta explica que los explotadores sexuales en internet saben cómo detectarlos, porque son muy sumisos y aceptan las condiciones del agresor “un niño que tiene dificultades con sus padres porque lo corrigen con golpes necesita que un adulto lo escuche, lo entienda, que no lo censure, que no lo critique tanto y los explotadores aprovechan esa necesidad para captarlo” por eso es importante que los padres sepan que el corregir con golpes e insultos hacen que sus hijos sean mucho más vulnerables a otras situaciones de violencia .
Asimismo, manifiesta que estos infantes cuando llegan a la adultez tienen más posibilidades de tener situaciones de violencia intrafamiliar, debido a que tienden a repetir el mismo esquema que aplicaron en su familia de origen, por lo que también maltratan a sus propios hijos y no saben manejar sus relaciones en términos de pareja.
CÓMO EVITAR EL CASTIGO FÍSICO
La psicóloga Rafaela Burgos recomienda a los padres disciplinar a sus hijos poniéndoles límites, dando órdenes firmes sin usar la violencia, lo cual debe hacerse de manera respetuosa sin que se sienta mala persona, ridiculizado o humillado.

Es fundamental que exista un equilibrio entre corrección y el reconocimiento de los progresos del niño, lo cual debe hacerse al mismo nivel, porque los padres deben reconocer las cosas que hace bien o las que intenta hacer correctamente, aunque no tenga los mejores resultados, de esta manera se siente valorado e importante.

Otra estrategia consiste en que los padres intenten no desautorizarse, porque si falta la coordinación entre ambos, el niño aprovecha el conflicto para desobedecer en algunas situaciones.

También es importante que exista coherencia y consistencia en las reglas impuestas, es decir, si algo está prohibido, siempre debe ser rechazado.

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